Camionadas de evasión

Serán útiles para los pocos días de lluvia que tenemos al año y también cómodas para caminos en mal estado, pero la cosa es que nos llenamos de camionetas. Digamos que se pusieron de moda. Incluso, algunos malls han habilitado espacios especiales, debido al problema que provocan en los estacionamientos normales.

“En Chile, la evasión alcanza a amplios sectores. Miles evaden el transporte público; otros, impuestos. Todos reclaman derechos y muchos evitan las responsabilidades”.

El problema es que parte importante de estas camionetas, que se usan para llevar bicicletas, esquíes o tablas de surf, fueron adquiridas a través de sociedades agrícolas o de inversión, que les han permitido descontar el IVA y tirar la compra a gasto, a pesar de que su uso es personal y no productivo.

Más aún, la mayoría de ellas utiliza diésel, combustible que tiene un impuesto menor que la gasolina (UTM 1,5 por m3 el diésel, versus UTM 6 por m3 la gasolina; o sea, la cuarta parte). Esto porque el diésel es el combustible que se utiliza para la actividad de transporte de carga.

Y para más remate, muchas de estas camionetas, que a veces llevan stickers de alguna causa ambiental pegada en el vidrio trasero, contaminan más y emiten más material particulado que los demás vehículos, por el tamaño de sus motores y por el mismo hecho de usar diésel. De acuerdo con el economista Claudio Agostini, “la evidencia para Chile es que las emisiones de automóviles a diésel equivalen a 4 veces las emisiones de automóviles a bencina”. Y el crecimiento del parque diésel ha sido exponencial en los últimos años.

Es cierto que algo de esto se busca revertir con el impuesto verde. Pero existen muchas excepciones para eximirse del pago de este impuesto. Además es bajo y sale a cuenta pagarlo, comparado con los beneficios antes mencionados.

Chile es un país donde la evasión alcanza a amplios sectores. Miles evaden el transporte público, otros evaden impuestos. Todos reclaman derechos, pero muchos evitan las responsabilidades.

Hay que sacar de esta crítica, obviamente, al que legítimamente utiliza una camioneta, pues la necesita para actividades laborales o, simplemente, porque la compró a su nombre personal. Está en su derecho de tener una, aunque no sea la forma más sustentable de movilizarse por la ciudad.

Hubo un tiempo en que el Servicio de Impuestos Internos fiscalizaba estas cosas. Por ejemplo, inspectores se ponían en la subida a los centros de esquí y pedían los papeles de las camionetas. Y eso, un poco molesto -es cierto-, está bien. Antes de que nos suban de nuevo los impuestos, tratemos de pagar los que hay. De lo contrario, pagan santos por pecadores.